MAYA ANSA «Estirpar los pulmones comunitarios»

Con 20 añicos hice mis prácticas de Trabajo Social en la asociación Etxabakoitz Bizirik del barrio conocido como «Catanga», uno de los barrios más olvidados de Iruñea. Yo llegué con mi mochila de ingenuidad universitaria y también con mis ganas, y Etxabakoitz Bizirik me abrió sus puertas con todo su calor. Poco tiempo después empecé a captar que aquel entorno, aquella asociación y su dinámica diaria poco tenía que ver con las referencias que hasta entonces yo tenía del trabajo en ocio y tiempo libre y del universo de la (declarada o no) asistencia social. La universidad nos explicaba la teoría de la inclusión social y la igualdad de oportunidades, pero aquella realidad, la del propio barrio y la del trabajo comunitario era otra película muy distinta. Aquella chavalería (de «chavo», palabra proveniente del Caló) y aquel equipo comunitario de infancia y juventud tenían un flow muy honesto y una implicación militante que cada día me atrapaba más y más. Porque tanto el equipo de acción preventiva como el conjunto de personas voluntarias que participan en los distintos proyectos que se desarrollan en los barrios persiguen a bocajarro la justicia social. Pero no de palabra y medalla. Lo hacen de a pocos y con buena letra, quedando además en la penumbra de la ciudad.

Dejar de contar con estas asociaciones (como Navarra Suma pretende) y sustituirlas por entidades de ocio y tiempo libre al uso o por empresas privadas asistencialistas tecnificadas en su gestión y propósitos, supone condenar a la población de los márgenes a la individualidad más desoladora y excluyente, a la falta de apoyo mutuo y la marginalidad total; supone privar a cientos de familias de espacios donde desde hace más de 20 años se teje la comunidad. Y es que el 13% de la población de Iruñea se encuentra en situación de exclusión social y son miles de familias las que lo viven y miles de menores quienes la padecen precisamente en los barrios en los que intervienen estos ocho equipos comunitarios.

Las asociaciones donde se desarrollan los Servicios de Atención Preventiva Comunitaria parten de la realidad de los barrios y sus necesidades, ofreciendo un servicio que acoge y se adapta a las circunstancias y deseos de su población, haciendo que sea la propia gente quien alimenta y sostiene los proyectos, siendo protagonistas y sembrando su propio futuro. Estas asociaciones son pulmones para la solidaridad y la prevención de problemáticas desde una visión horizontal. Que quieran extirpar estos proyectos de los barrios supone negar a toda esa gente el futuro que trae un trabajo histórico continuado. Supone vulnerar el derecho a los logros que han supuesto los proyectos desarrollados en los barrios. Y las empresas privadas que quieran ofrecer un servicio de prevención al uso con actividades para el consumo no alcanzarán nunca lo comunitario. Porque las gentes de los barrios no necesitan consumir actividades, necesitan construir nuevas realidades desde sus propios recursos y el apoyo de equipos comunitarios entregados y comprometidos. Veinte años de trabajo comunitario y los derechos de las gentes de nuestros barrios no se tocan, ni se venden, ni se borran, ni se negocian. Nunca podré devolveros todo lo que me habéis dado. Aurrera! Si juegan con fuego se van a quemar.